CONSEJOS PRÁCTICOS

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Para planificar el Camino de Santiago hay que tener en cuenta:

  1. Como se va a realizar: a pie, caballo, bicicleta.
  2. Qué Camino se va a recorrer.
  3. De cuánto tiempo se dispone.
  4. Dónde se desea iniciar el camino.
  5. Época del año para realizarlo.
  6. Edad y estado físico.

La credencial del peregrino es un documento que se entrega a los peregrinos que quieren recorrer el camino a pie, en bicicleta o a caballo, y es necesario para obtener acceso a los albergues y para obtener la compostela. Se puede solicitar con antelación en cualquier asociación de amigos del camino, o bien en la parroquia de nuestra población. También se entrega en algunos albergues de localidades donde es habitual empezar el camino, como Roncesvalles, Montserrat, Logroño, etc. Ya en el camino, este documento sólo tendrá validez si está debidamente datado y sellado. Por lo tanto, a lo largo del recorrido hemos de solicitar que nos pongan el sello y la fecha allí donde pernoctemos.

Ya en Santiago, la oficina de atención al peregrino nos expedirá la compostela si hemos hecho los últimos 100 km a pie o 200 en bicicleta. Se trata de un documento centenario que acredita haber realizado el camino. Hay dos tipos de compostela, dependiendo de si el camino se ha hecho por motivos religiosos o no.

Antes de comenzar la peregrinación es recomendable hacerse un chequeo médico y, entrenar caminando o pedaleando distancias cada vez mayores en días sucesivos.

Otras recomendaciones:

  • Si se viaja de noche, no olvidar usar reflectantes.
  • Si se camina por carretera, circular siempre por el arcén del lado izquierdo.
  • Evitar crear grupos en la calzada.
  • Hacer siempre caso de las recomendaciones de la Organización, Guardia Civil, Policía y Cruz Roja.

Los Servicios de Socorro de la Cruz Roja realizan una importante labor sanitaria. Deben utilizarse sólo en caso de verdadera necesidad. Para aquellas lesiones o accidentes que se pudieran sufrir durante la marcha se aconseja consultar al personal previsto al efecto por la organización.

Cuidar la limpieza de los locales de descanso y procurar ser respetuoso y amable con la población.

En casos de agotamiento por el calor: Colocar a la persona en sitio fresco y darle de beber líquido abundante (en un litro de agua, disolver media cucharadita de bicarbonato y una de sal). Si aparecen calambres acusados, aumentar la cantidad de sal.

Es fundamental llevar botiquín que debe comprender de: vendas, gasas y esparadrapo para vendar los tobillos ante un esguince, antisépticos y desinfectantes para las ampollas, micóticos para tratar la micosis (hongos), y antiinflamatorios.

Las lesiones más habituales del peregrino son las que afectan a las articulaciones (esguinces y artritis traumáticas), y las que afectan a los pies (rozaduras y ampollas).

Esguinces: Podemos evitar los esguinces de tobillo si utilizamos botas que nos lo sujeten y, por supuesto, cargar con el menor peso posible. Una vez producido el esguince, si no hay rotura del ligamento, la aplicación de hielo sobre la parte dolorida y un día o dos de reposo suelen ser suficientes. También puede ayudar el tomar algún antiinflamatorio. Un esguince tipo II (con rotura parcial o total del ligamento) nos echa del Camino y nos manda a casa sin remedio.

Artritis Traumática: Contribuyen a la aparición de estas lesiones las etapas excesivamente largas, los descensos prolongados  y el cargar una mochila excesivamente pesada. Podemos tratar de evitar la aparición de la artritis traumática programando etapas no excesivamente largas y limitando al máximo el peso que carguemos en la mochila. Una vez producida la lesión, tratarla con antiinflamatorios y frio local.

Rozaduras: No suelen representar un problema serio, aunque suelen ser dolorosas. El calzado demasiado ajustado también puede producir molestias a nivel de las uñas (las famosas «uñas negras»), que serán causa, al final de la pérdida de la uña. La prevención de estas lesiones se limita a la correcta elección del calzado, desechando aquél que nos quede demasiado apretado. Las heridas producidas por rozadura únicamente requieren una higiene cuidadosa para evitar su infección: limpieza y protección.

Ampollas: Generalmente acompañan al peregrino desde el segundo día de caminata o incluso desde el primero. Representan la lesión «peregrina» más frecuente y la que más disgustos nos suele dar. La prevención de las ampollas depende de la fórmula que adapte cada peregrino, pero existen varios sistemas de prevención:

  1. Calzado: el pie no debe quedar «suelto». El calzado debe ajustar lo mejor posible, sin llegar a apretar en ningún sitio (peligro de rozaduras o llagas).
  2. Preetapa: limpieza escrupulosa de los pies. Untarlos bien con vaselina.
  3. Caminando: procurar parar cada dos horas para descansar un poco. Nos quitamos las botas y los calcetines y aireamos los pies un poco. Si podemos meterlos en agua fría, todavía mejor.
  4. Postetapa: nada más llegar al alojamiento nos quitamos las botas y los calcetines y nos dedicamos a la higiene de los pies. Es bueno sumergirlos en agua fría un buen rato y después darnos una buena friega con alcohol de romero.

Otra opción muy tentadora es la de realizar el Camino de Santiago en moto. Si eres un amante de las motos, no la dejes en casa. Si te apetece hacer el camino podrás aprovechar las ventajas que te brinda. Hay muchas posibilidades de hacer desvíos, y no tendrás que ceñirte al Camino establecido. Si decides salirte de la ruta en algún momento no tendrás el inconveniente del cansancio que tendrías a pie, en bici o a caballo.

Si realizas esta opción es mejor que planifiques el viaje con cierta antelación, resulta imprescindible reservar alojamiento previamente: durante la época estival el Camino se llena de viajeros y peregrinos, y puedes encontrar dificultades.

Hay que hacer una lista de los accesorios que creas imprescindibles para cualquier contratiempo que puedas encontrar en el camino. Un seguro de asistencia en carretera te resultará muy útil cuando tengas cualquier avería con la moto. Siempre te tendrá que acompañar una bolsa de herramientas original del modelo de la moto, spray para pinchazos, dispositivos antirrobo y una red elástica para asegurar el equipaje. Hay que olvidarse de cosas superfluas, y cargar sólo con lo necesario.

Otros consejos: vigilar las gomas de la moto, utilizar guantes ligeros y no olvidar el traje de agua ya que circular por el norte peninsular es garantía de lluvias.

Al contrario que a pie y al igual que en bici, es conveniente realizar el Camino en compañía de otros jinetes.

Previamente es aconsejable haber realizado el Camino en coche para concertar las cuadras y lugares de pernocta del animal, así como para ir dejando el pienso suficiente para cuando se llegue.

Es imprescindible llevar al animal asegurado, pues tanto al tráfico rodado como la expectación que provocan los caballos a las gentes en las poblaciones son ocasiones propicias para cualquier percance; amén que el caballo no aproveche algún descuido del jinete para comerse la mejor flor del lugar o meterse en mitad del cereal.

 Peregrinar a caballo tiene tres fases, siendo la tercera de ellas la propia de realizar el Camino:

-Preparatoria (elección del caballo, reconocimiento veterinario, vacunas, tránsito de una alimentación a otra, higiene, entrenamiento o adaptación al nuevo trabajo, preparación del jinete, material y equipo).

-Traslado (guía-documentación, alimentación, botiquín, direcciones de veterinarios, vehículos, etc.).

-Ejecución, es decir, realizar el Camino de Santiago (observar diariamente la salud y herraje del caballo antes del inicio, colocación correcta del equipo, iniciar la etapa al paso, observar y prever con antelación el terreno a recorrer en cada etapa, ir siempre acompañados, prestar atención a cualquier problema o cojera, finalizar la etapa al paso).

Recorrer el Camino de Santiago en bicicleta no es fácil hace falta tener una buena preparación física, ya que sus casi 800 kilómetros transitan en su mayor parte por pistas y caminos de tierra, a menudo con muchas piedras, y muy propensos a encharcarse durante buena parte del año.

Al contrario que andando, al tener que depender de una máquina, que dentro de su sencillez nos puede plantear problemas mecánicos, es posible que sea conveniente ir con compañía, y, caso de necesidad por avería, uno del grupo podría desplazarse en busca de lo necesario.

Por otra parte, la bicicleta requiere de todos nuestros sentidos. Tendremos que tener muy presente el tráfico y, si somos un grupo, andar con mucho cuidado y en fila.

Conveniente también utilizar ropas ajustadas de ciclista que no ofrecen tanta resistencia al viento; cuidar el colorido, que sean tonos vivos, de forma que los automovilistas nos puedan ver con claridad.

Son más de 800 kilómetros, por lo que debemos olvidarnos de carreras, y el que más ande, que vaya el último, salvo cuando haya viento, que entonces es conveniente que vaya el primero.

Para realizar la peregrinación a pie se recomienda seguir una serie de preceptos para hacer el trayecto lo más levadero posible, y llegar a Santiago de Compostela sin ninguna lesión.

El calzado es fundamental, tiene que ser de buena calidad. Hay que utilizar bota que abrace el tobillo, pues los caminos son irregulares, pudiendo producirse esguinces que podrían incluso obligar a suspender la marcha. Aparte de ser alta, la bota debe ser impermeable y transpirable. También son importantes los calcetines, han de ser de lana o similar, es necesario llevar varios pares pues hay que cambiarse a menudo.

Es necesario utilizar una vestimenta holgada y transpirable, para evitar los frecuentes roces que producen dermatitis de contacto, sobre todo en la parte interna de los muslos. Además debe llevarse ropa adaptada a la climatología de la época en que se realice la peregrinación (chubasquero, cazadora, jersey, bañador, gafas de sol…). No debe olvidarse un sombrero para evitar las insolaciones.

Tan importante como la indumentaria es la alimentación. En la víspera de la marcha no se debe realizar una ingesta copiosa de difícil digestión. Es conveniente tomar más azúcar de lo habitual, puede hacerse tomando dulces o miel. Las vitaminas son necesarias, las aportan las frutas frescas como naranjas, limones…, y también los frutos secos como la nuez y pasas. Hacer la comida más fuerte al final de cada etapa. Si se toma agua en el camino, asegurarse de que es potable.

La sensación de sed se calma mejor, no con el aporte de líquidos muy fríos, sino con sopas o caldos templados.

Es muy normal que la persona que piensa hacer el Camino, tenga sus dudas si hacerlo sólo o con compañía; la respuesta sería que hacerlo solo es la forma de no tener que depender de nadie para tomar ninguna decisión, que en ningún momento se va a encontrar solo, y que podrá disfrutar en toda su plenitud del Camino y de la búsqueda interior que supone hacerlo.

El peso de la mochila es, a parte de la preparación física, el aspecto más importante a tener presente antes de partir. Es necesario reducirlo al mínimo posible, intentando que no supere el 10% o 12% de nuestro peso corporal. En ningún caso debe exceder los 10 kilos, incluyendo el peso del agua.

Que sea cómoda, mejor anatómica y con sujeción a las caderas, no a la cintura; si es también con bolsillos laterales, facilita grandemente su utilización e, incluso, si tiene dos compartimentos, podríamos utilizar el de abajo para guardar el saco, pues nos permite sacarlo sin tener que vaciar la mochila.

Se puede aprovechar este mismo compartimento para guardar la capa, pues así,  y en caso necesario, la podremos sacar rápidamente.

«Hacer la mochila» tiene también su importancia: los elementos más pesados, colocarlos más cerca de la espalda. Y el gran misterio, el saco colocarlo en el fondo, para que amortigüe todo lo demás.

Es conveniente llevar los utensilios que guarden relación entre sí, en bolsas de plástico y de colores para poderlas distinguir.

Los artículos de más uso y poco volumen, en los bolsillos laterales, y en el bolsillo superior o cierre, la guía, credencial, documentación, etc…

Atención a la mochila que debe estar equilibrada en cuanto a la distribución del peso y no ladeada.

Podemos «jugar» con la sujeción a las caderas para descargar de vez en cuando los hombros, al apoyar la mochila en las mismas.

En cualquier caso, creemos necesario establecer un límite de peso para la mochila cargada; lo ideal sería como máximo el 10% de nuestro peso, que resulta difícil, por lo que aconsejamos 6/7 Kg en el caso de las mujeres y 7/8 Kg en el de los hombres.

La mayoría de los problemas de los pies, tendinitis y otras dolencias, que se nos puedan presentar, serán como resultado de una mochila demasiado pesada. No cargarla en exceso.

El Camino de Santiago no es un paseo exento de dificultades.

Es cierto que, en principio, es factible para cualquier persona, tanto para aquellos que están acostumbrados a andar como para aquellos que no lo están. De todas formas, el sentido común no debe hacernos perder de vista que el esfuerzo que supone una peregrinación de este tipo requiere de unas condiciones físicas determinadas y que, por lo tanto, es necesaria una buena preparación previa, independientemente del punto desde el cual iniciemos el Camino.

Recorrer a pie centenares de kilómetros día tras día no es trivial. La preparación física es uno de los aspectos más importantes para lograr que la peregrinación sea un éxito. No sólo para tener la satisfacción de haberla podido finalizar, sino también para disfrutarla y, así, conseguir que se convierta, posiblemente, en una de las vivencias más gratificantes de nuestra vida. Una mala preparación, producto de la improvisación, puede obligarnos a abandonar o, lo que todavía es peor, puede convertir cada etapa en un calvario.

Sin duda, la mejor manera de prepararnos es andando en condiciones similares con las que nos encontraremos. Por ejemplo, hacer excursiones por alguna zona de montaña que conozcamos bien, con el mismo calzado, indumentaria y mochila con que iniciaremos el Camino. También debemos cargar la mochila con el peso aproximado que pensamos llevar. Será conveniente realizar varias excursiones, a lo largo de las cuales iremos incrementando los kilómetros. Así, además de ponernos en forma, podremos determinar de qué forma reacciona nuestro cuerpo en estas circunstancias, y también si el calzado es el adecuado, si el peso es excesivo, etc.

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